miércoles, febrero 21, 2007

El Youtube... todo un vicio (versión revisada y ampliada)

El sábado acabé pasando horas frente al ordenador descubriendo cosas.

Como hoy mi colega Altovolta ha publicado un post con The Galaxy Song, yo hago lo propio con un sketch Pythoniano que encontré navegando por ahí.







...quien ha sido un Gumby alguna vez lo es para siempre, y es que, un pañuelo con 4 nudos marca mucho. Se empieza inocentemente cuando se es un niño, en un día de verano, tratando de escapar del sol y bueno, se termina como se termina. (Esta foto explica muchas cosas acerca de mi)


domingo, febrero 18, 2007

Un poco de cultura gafapastosa

Este viernes por la noche, cuando me batía en retirada de la semana laboral, descubrí que en Localia estaban poniendo "Mi tío" (Mon Oncle, 1958) del director francés Jacques Tatí.



El viernes pasado habían puesto otra de sus grandes obras: "Día de fiesta" (Jour de Fête, 1949) donde se ven las peripecias de un cartero en bicicleta que pretende mejorar su técnica de reparto.

Parece que en estos "canalillos" programan alguna cosa interesante de cuando en cuando.


Tatí fue heredero del humor visual de clásicos como Charles Chaplin, Harold Lloyd y, sobre todo, de Buster Keaton, y una buena muestra de ello es su personaje François, el cartero, en su lucha contra los elementos para conseguir su objetivo.


Sus películas, aunque habladas, daban más importancia a la imagen y al sonido que a los diálogos, como hizo Chaplin en Tiempos Modernos.


Incluso en "Día de fiesta" probó un sistema de color revolucionario (Thomsoncolor) que no pudo llegar a utilizarse y al final la película se proyectó en blanco y negro hasta que en los años 90 fue restaurada en color.

Os dejo con dos muestras de dos de sus mejores películas:

Una escena de "Mi tío" donde, al final, con gabardina, gorro y pipa, se ve a Monsieur Hullot, su principal personaje, protagonista de la mayoría de sus películas.

Inolvidable la música de la película, que fue sintonía de un programa de cine de la televisión ochentera.



Y algunos trozos de las peripecias de François, el cartero ciclista en "Día de fiesta"

sábado, febrero 10, 2007

Entre fogones


Es una pena que la tecnología no haya avanzado todavía lo suficiente como para poder capturar, acumular y transferir aromas en formato ".snif", porque colgaría de internet el olor que invade mi casa en estos momentos.

No es que quiera presumir, no lo pretendo porque no tiene ningún mérito, pero hay ciertos guisos que son francamente sencillos de preparar y realmente resultones.

4 o 5 ingredientes, una olla express, agua, sal y tiempo suficiente y tienes una casa entera con olor a hogar (además de lo que te espera cuando se abra la olla y disfrutes de su contenido sobre el plato).

Diversas circunstancias me han hecho interesarme por este arte ancestral que es la cocina (en versión chapuza, porque seguro que me salto pasos importantísimos... pero hasta ahora no ha habido que lamentar víctimas).
El propio instinto de supervivencia, en primer lugar, y el no caer en el aburrimiento de las pastas, los arroces, los platos precocinados y la comida rápida.
Una amiga feminista a ultranza que cuando me estaba decidiendo a dar el paso a la independencia me dijo que "...al final los tíos termináis yendo a casa de vuestros padres a que mamá os dé de comer..." Me prometí no caer y las veces que he salido de casa de mi madre con algún plato preparado por ella se cuentan con los dedos de una mano... dos si me apuras, pero no más... y precisamente este mes cumplo, creo recordar que 7 años de vida independiente, ¡cómo pasa el tiempo! Y mi báscula puede atestiguar que me cuido bien.
Mi mentora Almudena, que me enseñó a perder el miedo a la cocina y a sustituir los ingredientes que no tengo en casa por cualquier otra cosa que tuviera en ese momento (dentro de ciertos límites).
Y, por último, la curiosidad por ir probando cosas nuevas de mi propia mano, que en otros sitios me han sabido a gloria.
De esta forma, al igual que mis hermanos, he ido tomando nota de los dictados de las fórmulas de mi madre o algún libro de cocina y he pasado del plato de macarrones de cada semana a probar el pescado hecho con mis propias manos (después de rechazárselo a mi madre durante años) sopas, verduras, caldos y, finalmente, guisos de carne o pollo.
Simone Ortega tiene la culpa de que sepa hacer arroz con leche (que me fascina y en ocasiones no ha llegado a enfriarse en la nevera). Ahí el autocontrol tiene una relevancia importante, y por eso hace años que no lo preparo, para evitar caer en la tentación.
Así que ya viene siendo habitual que el sábado por la tarde o el domingo por la mañana los destine a cocinar para que, entre semana, al ver lo elaborado de los platos que llevo, haya quien diga en mi trabajo que soy un crack (no es para tanto, pero aún hay quien se asombra de que un tío se meta en la cocina a hacer cosillas... y le salgan bien).
Y, bueno, ahora tengo un nivel que mantener, además de disfrutar personalmente a través de varios de mis sentidos del resultado de mi dedicación.
Es cierto que soy desordenado y eso de fregar cacharros después no es algo que me agrade especialmente, pero desde que tengo lavavajillas, como que me da menos pereza.
Así que, mientras escribo estas palabras, un codillo se está preparando en mi cocina y por lo que sale a través de la válvula se puede intuir el sabor que tendrá cuando esté terminado.
Bon apetit.
PD: Quién sabe si algún día termine haciéndome unas judías verdes... y me gusten.

jueves, febrero 08, 2007

La casa por el tejado

...abreviando.....

Hay una nueva entrada en "Historias contadas con tragos de mosto" que remite a otro lugar donde se ha publicado el principio de una nueva historia.

Si te interesa entra en el post "La casa por el tejado" publicado hoy: 8/02/07 en "Historias contadas con tragos de mosto" y sigue la flecha hasta el destino final.

viernes, febrero 02, 2007

Ha nacido un blog nuevo

Tras la renovación que está sufriendo mostoman en formato cybernético, he ido incluyendo un par de links. Entre los links de este espacio hay uno titulado "historias contadas con tragos de mosto".

Aunque hay quien, mediante el uso de malas artes, o simplemente por casualidad, ya lo había descubierto cuando aún estaba en fase de gestación, y lo que hay por ahora no es del todo definitivo porque cualquier cosa siempre es digna de mejora, ya podéis asomaros a echar un vistazo.

De momento hay tres tragos y no puedo decir si habrá un cuarto o el tiempo que tardaré en servir un vaso más.

La idea de la primera historia viene dada de una frase de Almudena en alusión a su padre cuando recientemente se vió en una experiencia similar. Nos pareció una frase estupenda para un título, y bajo ese título he empezado a relatar experiencias propias, reales, imaginarias, pensamientos... todo ello en forma de posible monólogo, narrado en primera persona pero sin micrófono de pié, ni taburete, ni pared de ladrillo de fondo. El escenario es demasiado concreto y sencillo como para no identificarlo con elementos reales.

Historias contadas con tragos de mosto